Todo empezó leyendo a Plinio
La bodega Michele Alois tiene sus raíces en la consolidada experiencia y pasión de la familia Alois en el sector del vino, situando la búsqueda de la autenticidad y los altos estándares de calidad como hilo conductor de su elaboración. A veces recorrer los caminos del mundo te puede acercar a casa así que, cuando menos te lo esperas, la mítica Ruta de la Seda, así identificada por el geógrafo Von Richthofen, la misma de memoria barricchesca, revoltijo de civilizaciones y vestigios fabulosos, fue también, en algunos tramos, Vía del Vino.
Para ver cómo, naturalmente, en el hilo sedoso de la calidad, el vino y la seda aún se encuentran, basta ir a San Leucio. Aquí, como en el resto del mundo, el nombre Alois brilla como sinónimo de calidad en la producción y creación de tejidos presentes entre otras cosas en las salas más importantes del planeta: desde el Quirinale hasta la Casa Blanca, pasando por el Louvre. . Fundada en 1885 como empresa comercial en tiempos de Fernando IV de Borbón, conoció un éxito constante y paulatino, convirtiéndose en una industria textil, siempre al mando del cabeza de familia, hasta la llegada de Michele Alois que, en 1992, siguiendo un deseo cuyos pródromos se remontan a la posguerra, montó una finca de microvinificación de 9 viñas autóctonas, duplicando así la actividad bisecular de la dinastía.
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