Las medidas adoptadas en los últimos años por los poderes públicos para reducir las desigualdades y promover la diversidad no han conseguido hasta ahora romper el “techo de cristal”. Pero el mundo está cambiando. Las personas minoritarias, por su “sexo”, su “raza”, o alguna otra “inconformidad”, alzan cada vez más la voz. Revelan la violencia física, psicológica y epistémica que se ejerce contra ellos a diario. Al hacerlo, desarrollan una imaginación crítica y creativa que allana el camino para nuevas historias. Estos se despliegan tanto en el ámbito privado como en el espacio público y van ganando terreno en nuestras representaciones artísticas y mediáticas. El mundo de las artes y la cultura se ve particularmente afectado por estas tensiones. También puede convertirse en un poderoso motor de cambio para la sociedad en su conjunto. De hecho, se trata de hacer estallar un orden patriarcal que corre hacia nuestra ruina. Prefacio de Geneviève Fraisse “¿Terminaremos llevándonos bien? Esta es la pregunta correcta, un asunto de urgencia. »