“A fuerza de hablar de deporte, descuidamos su práctica. A fuerza de decir que es formidable, olvidamos que es necesario dedicarle método y medios. A fuerza de convertirlo en un negocio, solo lo hacemos un espectáculo. A fuerza de convertirlo en un símbolo de éxito, nos estamos preparando para su fracaso. » Creemos firmemente en las virtudes positivas del deporte y en la idea de que es esencialmente bueno para nuestras sociedades. Los sociólogos e historiadores bien podrán destacar sus excesos, pero rechazamos totalmente los escándalos que empañan su “pureza”: carrera desenfrenada por el lucro, instrumentalización política, ritmo infernal de los deportistas profesionales, racismo, etc. Pero estos hechos sólo serían la usurpación temporal de un ideal inmutable: la simple práctica del deporte generaría el éxito social, el coraje, la amistad, la solidaridad, el respeto por los demás, la superación de uno mismo, el gusto por el esfuerzo, la honestidad, etc. Director general de una asociación que utiliza el deporte como palanca de cambio social desde hace veinte años, David Blough cuestiona esta doxa y explica cómo este imaginario colectivo acaba eclipsando el potencial social del deporte. Al detallar, no sin humor, las distintas realidades del deporte moderno, demuestra que este fenómeno del sportwashing esconde dudosas ambiciones políticas o comerciales y llama a volver a poner la ética en el centro del juego. En este edificante ensayo, David Blough desmitifica el deporte para que pueda medir su potencial social.