En nuestra sociedad actual, las víctimas de violencia sexual, doméstica, machista y conyugal deben guardar silencio. Y, cuando finalmente se atreven a hablar, no se les escucha. Ante el sufrimiento se requiere consentir en la inevitabilidad de que no hay nada que hacer. Quietud y sumisión, silencio y perdón. ¿Qué más hacer? ¿Cómo luchar contra esta creciente y sorda ira? ¿Cómo obtener justicia? ¿Hacerse justicia a usted mismo? Para analizar este tabú y vicio prohibido, Mathilde Morrigan invoca a las brujas. Deconstruidos de prejuicios y dictados, entendieron que el mal es relativo, que defenderse es un derecho y que vengarse no siempre es hacer daño. Una potente reflexión sobre la venganza en una sociedad patriarcal con voluntad de silenciar a las mujeres y a las minorías de género. UN MANIFIESTO PARA AUTORIZARSE A ACTUAR