Nueva edición en rústica Ventanas oscuras y vacías, fachadas ciegas, persianas metálicas bajadas. Calais, Agen, Landerneau, Avignon, Lunéville... La crisis urbana carcome las prefecturas y subprefecturas, destruyéndolas desde dentro. Las tiendas abandonadas son solo el síntoma más evidente de un fenómeno mayor: la población se está estancando, las viviendas están vacías, el nivel de vida se está deteriorando. Entonces, ¿qué está pasando? La ofensiva deliberada de los grandes minoristas, en las afueras, está matando negocios en el centro de la ciudad y en los barrios antiguos, y sacrificando empleos locales. Además, los estilos de vida están fuertemente vinculados a los modos de viaje. En todas partes, el automóvil individual todavía se considera una obligación, un derecho. Sin embargo, debido a que ocupa espacio y genera ruido y contaminación, la motorización contribuye en gran medida a la asfixia de las ciudades. ¿Cómo puede Francia salvar sus ciudades? Ninguna solución milagrosa, sino una serie de pequeños pasos, de decisiones sobrias. La encuesta de choque que reveló la desvitalización de las ciudades francesas y desató un debate nacional.