En bolsa resellable Reunión en Sicilia En el corazón de Sicilia, un verano dorado, Pille y yo vivimos una aventura que marcaría nuestra estancia, ya llena de descubrimientos apasionantes. Un encuentro inesperado que nos inspiraría. Mientras caminábamos por las calles empedradas de un encantador pueblo cuyo nombre olvidamos, un olor nos guió hasta una panadería. Los aromas de pan horneado y cítricos dulces se mezclaron creando una sinfonía olfativa irresistible. Con curiosidad, entramos y detrás del mostrador había una mujer con una sonrisa acogedora y ojos brillantes, Nonna Isabella. Nos recibió calurosamente, aunque no hablábamos el mismo idioma, y señaló una bandeja de galletas dispuestas como tesoros en una caja. Uno de ellos nos llamó especialmente la atención: una galleta de limón, decorada con una fina película de azúcar glas. Nonna Isabella nos ofreció estas pequeñas delicias explicándonos en italiano cómo se preparan según una receta familiar transmitida de generación en generación. La ralladura del limón procedía de los árboles que rodeaban el pueblo y la dulzura del azúcar evocaba amor y tradición. Compartimos con ella este momento auténtico y cada bocado de esta galleta fue un viaje por las colinas sicilianas, un momento detenido en el tiempo donde el sabor del limón se mezclaba con la ternura de la galleta. Así, un simple viaje a Sicilia se convirtió en una inspiradora y encantadora aventura. Cada vez que probamos una galleta de limón, recordamos a Nonna Isabella y este precioso momento compartido, recordándonos la importancia de permanecer abiertos a encuentros que pueden cambiar nuestras vidas.