En las soleadas costas de Grecia, Pille y yo tuvimos un encuentro memorable. Era un caluroso día de verano cuando aterrizamos en el pueblo costero de Kalamata. Ubicado entre las montañas y el mar, este lugar parecía congelado en el tiempo, imbuido de la esencia misma de Grecia. Paseamos por las calles estrechas, maravillándonos de las casas encaladas y las buganvillas en flor. Nuestra aventura nos llevó a una pequeña y pintoresca granja ubicada en el corazón del campo. Fue allí donde conocimos a Dimitris, un productor de almendras de sonrisa acogedora y manos ásperas, marcado por años de trabajo en el campo. Sus almendros se extendían hasta donde alcanzaba la vista, con las ramas cargadas de frutos maduros. Dimitris compartió con nosotros su pasión por las almendras y nos contó cómo su familia cultiva almendras desde hace generaciones. Mientras caminábamos entre las hileras de almendros, Dimitris nos mostró el proceso de cosecha y secado de las almendras, pero fue durante nuestra conversación que Dimitris compartió con nosotros una antigua receta familiar de galletas de almendras. Nos explicó cómo se hacían estas galletas para celebrar momentos especiales como reuniones con amigos y familiares. Inspirándonos en esta historia, combinamos los ricos sabores de las almendras Dimitris con nuestra creatividad para crear una receta que evocaría la calidez de Grecia y la pasión de la tradición.