Un recuerdo del tierno calor de los abrazos humanos, de los abrazos que calientan vuestros corazones y vuestras almas y os hacen decir: ¡por favor, quédate conmigo! El aroma fresco y ligeramente punzante del cardamomo te lleva de la mano y te hace saborear el sabor de un recuerdo de infancia, lejano en el tiempo pero vivo en tu corazón. Al instante, las notas especiadas y delicadamente aciduladas de la ralladura de cítricos confitados dan paso a un alma azucarada con un corazón agridulce de caramelo y vainilla. El recuerdo de los bizcochos que la abuela depositaba con amor sobre el más hermoso de sus tapetes de macramé resurgirá en tu corazón, delicado y precioso. Las cálidas manos de la abuela acarician tu rostro y te pierdes en las notas almizcladas, suaves y cándidas de este recuerdo que deseas conservar para siempre.