Eran los años 50. Durante las tardes de verano, en los Macarios, la abuela Vittoria creaba bebidas refrescantes para adultos y niños. Los ingredientes eran simples, los gustos inolvidables: todos los que probaron sus bebidas estaban entusiasmados. Entonces, la familia decidió comenzar una pequeña producción casera, para que otros pudieran disfrutar de ese sabor genuino. La empresa prosperó durante algunos años ganando el favor de los clientes; luego el fundador, envejeciendo, decidió cerrar el negocio. La historia de esa experiencia especial, junto con el recuerdo de la abuela y sus recetas, ha animado a uno de los nietos a revivir el proyecto manteniendo ese mismo espíritu de familia. La marca tiene ahora una nueva vida y, sin embargo, su tradición y misión se mantienen sin cambios: saciar la sed con estilo, ofreciendo bebidas caracterizadas por sabores simples y auténticos. Como solía hacer la abuela Vittoria, en los años 50, en la casa de los Macario. Soda clásica, agua tónica, chinotto, naranja roja, limonada, té de menta, té de melocotón: las especialidades que ahora se ofrecen a los consumidores mantienen el sabor y la frescura del pasado y ahora se producen con equipos y métodos avanzados, en el pleno respeto de las normas de la industria alimentaria.