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SPICYBRAND es una SL fundada por Ignacio junto con Raquel, durante el confinamiento y con la que hemos facturado +250k USD en el primer año. Lo cierto es que los dos hemos tenido siempre espíritu emprendedor y por nuestros diferentes perfiles (Raquel estudia diseño), lo que más nos encajaba era montar una empresa de moda, ya que era relativamente fácil de lanzar y requería poca inversión inicial (solo contábamos con 500$ que había ahorrado durante el verano trabajando como albañil en la construcción).
La realidad es que la suerte no nos acompañó, pues cuando lanzamos a la venta nuestro primer pack de 25 sudaderas, nos confinaron y ni siquiera fuimos capaces de recuperar la inversión. Esta situación nos hizo volver al punto de salida y finalmente encontramos un nicho de mercado que pensábamos podíamos explotar: bolsos de calidad con un precio asequible.
Con el dinero de las sudaderas, hicimos una primera compra de 11 unidades a un intermediario chino en España. A través de nuestra cuenta de Instagram (ahora con 8k seguidores), contactamos con una influencer que aceptó colaborar con nosotros y conseguimos generar en 24h más de 350 reservas. A partir de este momento, el viento empezó a soplar a nuestro favor y comenzamos a profesionalizar el negocio: lanzamos una web, creamos un logo, diversificamos productos, invertimos en marketing, alquilamos un local para la gestión del stock, multiplicamos los márgenes con nuevos proveedores de India, además de expandirnos a otros países (Italia y Portugal).
Lo más interesante de la historia, es que teníamos un objetivo común y era que Raquel pudiera seguir estudiando en la UNAV, pues había perdido la beca el primer año. A día de hoy, con los beneficios generados, no solo podemos pagar la universidad y el alojamiento de Raquel, sino que nos queda para seguir creciendo y expandiendo la empresa.
La realidad es que la suerte no nos acompañó, pues cuando lanzamos a la venta nuestro primer pack de 25 sudaderas, nos confinaron y ni siquiera fuimos capaces de recuperar la inversión. Esta situación nos hizo volver al punto de salida y finalmente encontramos un nicho de mercado que pensábamos podíamos explotar: bolsos de calidad con un precio asequible.
Con el dinero de las sudaderas, hicimos una primera compra de 11 unidades a un intermediario chino en España. A través de nuestra cuenta de Instagram (ahora con 8k seguidores), contactamos con una influencer que aceptó colaborar con nosotros y conseguimos generar en 24h más de 350 reservas. A partir de este momento, el viento empezó a soplar a nuestro favor y comenzamos a profesionalizar el negocio: lanzamos una web, creamos un logo, diversificamos productos, invertimos en marketing, alquilamos un local para la gestión del stock, multiplicamos los márgenes con nuevos proveedores de India, además de expandirnos a otros países (Italia y Portugal).
Lo más interesante de la historia, es que teníamos un objetivo común y era que Raquel pudiera seguir estudiando en la UNAV, pues había perdido la beca el primer año. A día de hoy, con los beneficios generados, no solo podemos pagar la universidad y el alojamiento de Raquel, sino que nos queda para seguir creciendo y expandiendo la empresa.
