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Eugenio Brezzi Tartufi

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  • Fundada en 1985
La historia de nuestra empresa está ligada a la historia de nuestra familia, el fundador EUGENIO BREZZI, mi padre, descubrió las trufas a finales de los años veinte del siglo pasado, cuando mi abuelo Pietro lo llevaba a recolectar pinos en los pinares de la Maremma toscana.   Durante esas largas jornadas de trabajo, mi padre se sintió atraído por un hombre que, paseando por el pinar con su perro, parecía buscar un tesoro escondido.   Con curiosidad de niño y espíritu emprendedor siguió a la "extraña pareja" hasta que vio al perro detenerse, empezar a rascar el suelo y ladrar alegremente.   El hombre se agachó y recogió algo, acarició al perro y ambos salieron visiblemente satisfechos con el resultado de su búsqueda.   Mi padre se acercó con atención y examinó lo que quedaba del preciado hallazgo, tomando algunos pequeños fragmentos de lo que debió ser una fragante y preciosa trufa.   En broma queriendo emular el juego que había presenciado, y con un atisbo de intuición, se llevó esos pedacitos a casa y dejó que su perra Lola los oliera.   Luego empezó a esconder las piezas y cada vez que Lola las encontraba era recompensada.   Así empezó la historia de este “pequeño gran cazador de trufas”.
 
Con el paso de los años, como simple cazador de trufas, mi padre también empezó a comprar y vender trufas a otros cazadores de trufas.   Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial la actividad se reanudó frenéticamente y creció rápidamente con el tiempo.   Uno de los principales problemas fue el de poder comercializar la considerable cantidad de trufas recogidas, que en aquella época eran tantas.   Si por un lado era relativamente más fácil vender las trufas más bonitas y grandes a los restaurantes, era mucho más difícil vender las pequeñas, aunque fueran de la misma calidad.   Mi padre pensó entonces en utilizar las trufas más pequeñas para hacer una crema, un puré que podría venderse en los meses en los que no había trufas disponibles.   Añadiendo sólo aceite y una pizca de sal como conservante creó el PRIMER puré de trufa del mundo, ¡era 1946!
 
Este nuevo producto recibió mucha aceptación en los restaurantes y, posteriormente, también en las tiendas de delicatessen y de alimentación.   Posteriormente también empezó a conservar trufas enteras en cajas y tarros de cristal.   Hoy nuestra empresa, fiel y respetuosa de la idea original de mi padre, ha tomado la decisión de seguir siendo una pequeña empresa ligada a la tradición familiar utilizando métodos de elaboración sencillos, completamente naturales, sin el uso de conservantes ni aromas químicos.
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