Una esmeralda auténtica de más de 1 quilate: eso por sí solo ya es raro. Pero este anillo va más allá: la piedra preciosa verde brillante proviene directamente de las minas de Zambia, fue cortada con amor por una pequeña empresa familiar y colocada en un corte octagonal preciso. No es una imitación ni una piedra de laboratorio, sino un tesoro natural de la tierra. En combinación con diez diamantes sal y pimienta de talla brillante, el anillo despliega todo su resplandor: engastado en oro blanco puro de 14 quilates y elaborado a mano de forma tradicional en Bali. ¿El diseño? Un encanto vintage con amor por el detalle que atrae la atención y permanece.