Me había inspirado mucho el restaurante Amass, del chef Matt Orlando cuando abrió en Copenhague. Con su decoración de almacén todo en hormigón y metal, sus grafitis y el contraste con la delicadeza del cristal, la comodidad de los muebles... ¡Y qué cocina más traviesa! Había guardado esta impresión y unos años más tarde, estaba pensando en él y en su lugar cuando comencé a hacer mangos de cuchillos de hormigón. La emoción fue fuerte cuando un día me pidió que le creara este mismo concepto que ya me había traído sin saberlo. Tal vez sea el destino.