Palazzo Rosa Le Stanze della Cosmetica

En los hermosos patios del Palacio Rosa, siempre se han cultivado rosas antiguas porque son hermosas, porque están en el escudo familiar y en el apellido de la familia. Pero fue en el siglo XVII cuando Luis de la Rose se casó con Geneviève du Puy por sus virtudes que en realidad no incluían la belleza efímera. Pero Geneviève, atraída por la rosa mosqueta (el falso fruto de la rosa) intentó pasársela por las manos, encontrando un alivio inmediato. Así fue que tuvo la brillante intuición de extraer un aceite "milagroso" que en poco tiempo (tres meses) la curó de la dermatitis, devolviéndole esa belleza de rostro que nunca había tenido. La receta se transmitió de generación en generación hasta la unificación de Italia. Con la unificación de Italia, las rosas modernas con esos pétalos de colores, con esos capullos ricos e hinchados, con esos aromas celestiales que acarician todos los sentidos de las mujeres de la familia, entran en el Palacio Rosa. Y a partir de ese momento en el Palazzo, en esas salas de cosmética, hay una continua invención de perfumes, esencias y lociones. En cambio, fue Donna Olga, la madre de Carlo, quien, por capricho, quería una rosa damascena en la rosaleda; de hecho, en su casa familiar, Donna Olga tenía un antiguo ejemplar de Rosa Damascena traído de Egipto por Bernardino Drovetti con los miles de objetos que componen el museo egipcio de Turín. Carlo Rosa, el último heredero, decide no dispersar este antiguo conocimiento y crea con Rosa Damascena una línea cosmética tradicional pero innovadora, italiana y Bio, Natural y Sostenible. Te regalamos una colección de maravillas cosméticas en vidrio serigrafiado (sin plástico) (sin etiquetas) en elegantes envases producidos con los mejores papeles italianos. Porque Palazzo Rosa ama la belleza. Porque Palazzo Rosa ama la naturaleza.