Un dulce abrazo entre el resplandor solar de la naranja y la pulpa fundente del membrillo. Esta unión de cítricos y frutas antiguas produce una mermelada noble, delicadamente perfumada, donde cada nota evoca otoño dorado, dulces antiguos y mañanas tranquilas. Temporada: Otoño El membrillo, una fruta con mil recuerdos A veces, sólo oler el delicado aroma del membrillo es suficiente para transportarnos a los reconfortantes días de los bocadillos de antaño. Con su color amarillo brillante, su piel finamente aterciopelada y su sabor ácido, esta fruta otoñal no pasa desapercibida. Pulpa robusta para sabores sutiles. El membrillo, reconocible por su forma irregular, se distingue por una pulpa firme que requiere una cocción previa. Poco consumido crudo debido a su textura, se vuelve tierno y fragante una vez cocinado. Muy apreciada en repostería, se encuentra en mermeladas, jaleas, compotas, pasteles e incluso en pastas de frutas. Combina bien con manzanas, especialmente en crumbles o purés. Menos esperado, también encuentra su lugar en recetas saladas: cocinado a fuego lento con cordero en las cocinas orientales o incluido en sopas rústicas de Europa del Este. Consejo inteligente: cuando la pelusa fina que cubre la fruta se desprende fácilmente, es señal de que está madura. Una fruta milenaria Perteneciente a la familia de las rosáceas, el membrillo ha formado parte de la dieta humana durante casi cuatro milenios. Ya cultivada en la Antigüedad, era consumida con miel por los griegos, mientras que los romanos la combinaban con ingredientes sorprendentes, como los puerros. Hoy en día, las principales variedades cultivadas en Francia son el Campeón, el Gigante de Vranja y el membrillo portugués. Poco dulce pero rico en vitaminas, minerales y oligoelementos, el membrillo es un excelente aliado de la salud. Se recolecta entre septiembre y noviembre.