Foto “Arquitectura de Marsella” Marsella tiene una arquitectura única que la caracteriza. Estos edificios dorados por el sol expresan la identidad de la dolce vita mediterránea. Al ver estos edificios, podemos sentir un deseo singular que crece dentro de nosotros. La de un baño en la piscina natural del Vallon du Auffes, o disfrutar de una copa de final de día en una terraza donde reinan los cubitos de hielo y las risas. El aroma yodado propio de la cuenca mediterránea envuelve nuestras fosas nasales y podemos empezar a imaginar sueños con el sonido de las cigarras. Marsella es un concentrado de energía casi palpable. Este material invisible se extiende como la pólvora empujado por el mistral y toca el corazón de los amantes del sur. Las calles, la gente que pasa y todo lo que toca la luz de repente tienen el poder de transformar nuestras oraciones en realidad. Depende de nosotros saber mirar hacia esta dimensión donde todo se vuelve posible. Con el tiempo, nos damos cuenta de que el infinito ya estaba ahí y que no necesitábamos buscarlo. Marsella invita a la introspección, Marsella te invita a seguir el ritmo de las olas para saborear toda su delicadeza, pero también a deleitarte con los chapuzones en el agua fresca y la sensación de la arena deslizándose entre los dedos de los pies.