Las pirámides no eran tumbas sino matrices de eternidad que “cansaban el tiempo”... Es esta revelación esencial de la edad de oro de la civilización faraónica que nos cuenta Christian Jacq, con su pluma incomparable. . Nos invita, en una obra ricamente ilustrada, a descubrir la extraordinaria aventura de estos constructores que se alimentaron de las ciencias sagradas: la astrología, la magia, la alquimia. Nos explica por qué ningún esclavo trabajó jamás en la construcción de las pirámides. ¿Por qué estos últimos nunca han escondido el más mínimo cuerpo mortal, ya que la pirámide es la encarnación de Osiris? TIENEA través de esta fascinante historia, Christian Jacq también nos hace percibir el profundo significado y el alcance de los rituales iniciáticos que animaron las almas de los constructores. Nos muestra cómo los antiguos egipcios se enfrentaban a las pruebas diarias pero también a la muerte, a la que no temían ya que se abría a la eternidad. Como recuerda – afirma – Christian Jacq la primera frase de los Textos de las Pirámides: “¡El Faraón no salió muerto, salió vivo”!