Situado al sureste de la denominación Châteauneuf-du-Pape, el viñedo de Cailloux Dorés se beneficia de un suelo único: guijarros enrollados, arena, arcilla y piedra caliza. Esta mezcla mineral promueve la concentración de aromas manteniendo una agradable frescura. Gracias a una exposición al sureste, las uvas alcanzan una maduración perfecta. Las viñas, de entre 50 y 90 años de edad, se adentran profundamente en el suelo. Producen uvas ricas, expresivas y equilibradas. El vino se basa en un 70% de Garnacha, acompañada de Syrah y Mourvèdre. También incluye variedades de uva tradicionales: Counoise, Cinsault, Terret noir, Vaccarèse, Clairette y Bourboulenc. Este matrimonio armonioso aporta finura, complejidad y longitud a la añada. Cada cosecha se realiza a mano. Este tratamiento nos permite conservar sólo los racimos más bellos. Las uvas se vinifican con cuidado. La fermentación y maceración duran entre 20 y 30 días. La finca utiliza cubas de hormigón, acero inoxidable y madera. Una parte del vino (10%) reposa luego en demi-muids, lo que le aporta profundidad sin enmascarar la fruta. La fermentación maloláctica ha finalizado. El vino retiene menos de 2 g/L de azúcar y logra un agradable equilibrio con 14,5% de alcohol. En nariz, el vino revela aromas de cereza negra, mora, regaliz y garriga. En boca es fino, amplio, con una encantadora frescura. Para apreciarlo plenamente se recomienda decantarlo una hora antes de servir. Este Châteauneuf-du-Pape orgánico realza platos como el cordero asado, el estofado provenzal, la pechuga de pato o incluso el pato pekinés. También combina muy bien con quesos curados.