Algunos caen en pociones mágicas cuando son niños, otros en cajas de maquillaje ... Este es el caso de Eymard Gabrielle, cuyo gusto por los demás adquirió su dimensión completa cuando se dio cuenta de que podría embellecer a todas las mujeres haciendo las paces con respeto por su complexión, el color de sus ojos pero también la forma de sus bocas o párpados.