Lu recibió un extraño regalo: un pingüino que no decía nada. No pronunciaba ni una sola palabra, ni soltaba una risa, ni emitía un sonido. Por muchos esfuerzos que hacía Lu, su pingüino no le contestaba ni reaccionaba a sus insistentes demandas. Ni las cosquillas, ni las cancioncitas, ni los pasos de baile de Lu, pudieron romper el silencio del pingüino. Entonces Lu se enfadó. Se burló, lo empujó, lo ignoró y hasta se lo ofreció a un león para que se lo comiera. Sin embargo, el león no quiso comerse al pingüino y en cambio, se zampó a Lu por ruidoso. Entonces el pingüino le dio un picotazo a la fiera y salvó a Lu de sus fauces. Los dos nuevos amigos se abrazaron y el pingüino, a su manera, le dijo todo, lo más importante. Un álbum muy interesante que ofrece múltiples lecturas para que los adultos compartan con sus niños. Por una parte se puede interpretar como un canto a la tolerancia y la aceptación de los que son diferentes a uno o se expresan a su modo, de los niños con dificultades en el habla o en la comunicación con los demás y que, sin embargo, tienen sus recursos para conectarse y sentir. También se podría afirmar que algunas veces, un gesto de solidaridad y cariño vale más que mil palabras. Un libro que se presta al diálogo. Y, además, un cuento que invita a los lectores a fundirse en ese abrazo de amor y amistad entre Lu y su pingüino, en el que está todo dicho.