Los rituales lunares tienen sus orígenes en culturas antiguas como Egipto y Babilonia, donde se veneraba a la luna. Hoy en día, estos rituales canalizan la sabiduría antigua, creando un espacio sagrado para volverse hacia adentro, establecer intenciones, irradiar amor y cultivar el empoderamiento. Estos rituales giran en torno a fases lunares específicas, con la luna llena y la luna nueva ocupando un lugar central. Entre las ocho fases lunares, estas dos tienen un significado particular. La luna nueva es testigo de una alineación celestial del sol y la luna, que lleva la esencia de la transformación positiva. Esta fase está impregnada de sabiduría antigua, asociada con cambios favorables. Cuando la luna llena adorna el cielo, su aura está vinculada a la nutrición y la intuición, enriquecida por los ecos de épocas pasadas. Además, es un momento de encantamiento para la creatividad y la revelación personal, que hace eco de la antigua sabiduría que ha sido atesorada a lo largo de generaciones.