Nº 145 mandarín siciliano

La razón por la que no usamos lo que se llama albedo, la capa blanca de las frutas cítricas que se encuentra justo debajo de las células oleosas externas, es por una razón simple: no tiene valor para nuestras bebidas espirituosas, ya que no contiene sustancias aromáticas volátiles sino que consiste principalmente de pectina, un componente de los gelificantes. El albedo de la mandarina degenera en una red de fibras a medida que madura, a lo que se refiere el nombre latino de la especie "reticulata", que significa "reticular". Debido a esta reducción del albedo en la madurez, las mandarinas pertenecen a las denominadas “fáciles de pelar”, que son especialmente fáciles de pelar. Pero eso significó mucho trabajo para nosotros, porque nos tomamos la molestia de raspar el albedo en el interior de cada caparazón individual con un cuchillo. En cualquier caso, ha valido la pena, porque hemos logrado crear un aguardiente de mandarina único, particularmente puro. El aroma del aguardiente de mandarina está determinado por los monoterpenos cíclicos limoneno y g-terpineno, así como por el éster metílico del ácido N-metilantranílico, que se presenta solo en cantidades muy pequeñas pero es responsable del olor característico. Un destilado que puedes verter puro en la copa en cualquier momento y que inmediatamente te hace soñar con los climas veraniegos del sur.